Primero de todo desde este blog quiero transmitir mi pésame a las familias del accidente del avión A-320 y un especial agradecimiento a todos los voluntarios psicólogos que están prestando sus servicios de forma desinteresada.

Diagnosticar o no un trastorno mental

130406060718669800Tenía pensado escribir sobre la necesidad del diagnóstico de los trastornos mentales vs etiquetas, y hoy más que nunca creo en la necesidad de este tema a raíz del acontecimiento del accidente de avión. Quiero puntualizar que este post es puramente mi opinión y pueden estar más o menos de acuerdo, pero no es una afirmación categórica ni extraída de datos empíricos.

Ayer por la noche en el canal 33 se hizo un debate entre un psicólogo clínico y una psiquiatra sobre la necesidad o no del diagnóstico de TDAH. Fue un debate que bajo mi punto de vista, no se llegó a ningún acuerdo en común (obvio) pero tampoco supieron defender sus posiciones: La psiquiatra afirmaba la necesidad del diagnóstico del TDAH y su tratamiento farmacológico y el psicólogo por su parte, el cuestionamiento de ese trastorno.

Hoy, se conocen los datos sobre el accidente de avión y todo apunta a que el copiloto sufría un trastorno mental, más concretamente una posible depresión por las condiciones laborales y por estar dentro de un ERE. Persona joven, de 28 años, que su sueño siempre fue volar y un supuesto despido. Es importante decir que aunque han dado como datos oficiales estas características, aún falta por confirmar muchas informaciones.

Argumentar el diagnóstico

Obviamente son temas dispares pero todos están bajo el concepto de diagnóstico o no. El TDAH se le considera en la actualidad una enfermedad con intereses económicos por las farmacéuticas y la depresión, simplemente un bajo estado de ánimo que está sujeto también a los antidepresivos, ansiolíticos y en consecuencia, intereses económicos.

Reflexionando sobre dicha situación y no exclusivamente en estos dos trastornos (autismo, fobias, ansiedad generalizada, esquizofrenia, etcétera) me replanteo si es adecuado defender de manera rotunda el no diagnóstico, las no etiquetas y por lo tanto, la no estigmatización.  Es obvio que se ha diagnosticado de manera exagerada y a día de hoy si prestamos un poco de atención al DSM-IV-TR, cualquiera de nosotros puede ser diagnosticado de un trastorno mental. Ahora bien… ¿Pero no diagnosticar nada atendiendo a que etiquetamos y perjudicamos?

A nivel personal creo que tal como he dicho, se sobrediagnostica pero creo en la necesidad de dar nombre a las cosas: una persona sufre depresión y estrella un avión, un coche, un tren o un camión y muere esa persona e inocentes. ¿En este caso evitamos decir que sufre de una depresión mayor de gravedad? ¿Decimos que tiene el estado de ánimo muy bajo y se acabó?

Tenemos un niño con TEA pero decidimos no diagnosticar TEA (por nuestros prejuicios y valores personales). ¿Pero qué nombre decimos? ¿Es especial? No habla, usa la verborrea, se muestra indiferente a las personas significativas de su entorno… ¿Pero decimos que es especial? ¿No damos nombre a lo que ocurre?

Necesidad de una revisión

Creo que el problema no es dar nombre a las cosas, si no al obviar y negar que las cosas tienen nombre, gusten más o menos, pero tienen nombre y características descriptivas. Considero necesario revisar aquellos trastornos que por estar en el siglo XXI no son objeto de añadir en un manual clasificatorio como el DSM-V, pero también considero necesario además de no sobrediagnosticar, cambiar la forma de conceptualizar las enfermedades mentales. Si una persona sufre gripe, lo sufre y nadie corre. Si una persona sufre artrosis, se le ayuda y se le comprende. Y si una persona sufre depresión, TDAH, esquizofrenia, TAG, TEA, TB se le debe de comprender, aceptar y no despreciar.

 

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