En esta época en que florecen los trastornos y síndromes, donde cada día nos desayunamos en las noticias con alguna asociación de psiquiatras o psicólogos que ha “descubierto” o ha caracterizado alguno nuevo que intenta incluir en los manuales diagnósticos, existe un caso bastante paradójico e interesante, ya que le ha ocurrido todo lo contrario.

Efectivamente, no sólo se le ha cambiado el nombre, sino que se le ha expulsado del paraíso de los trastornos de personalidad y enviado al purgatorio de los “no especificados”: hablamos del trastorno pasivo agresivo de la personalidad, conocido actualmente como “trastorno negativista”. Lo más llamativo del asunto es que se trataba en su momento del trastorno más diagnosticado de todos los que se incluían en el área de la personalidad, y es el único de los identificados por Millon que se ha caído del cartel: los demás permanecen en el manual DSM-IV y son bastante utilizados no sólo por profesionales sino como etiquetas populares.

 ¿En qué consiste? Un cuadro bastante familiar

La principal característica del trastorno pasivo-agresivo es la resistencia a cumplir las demandas externas: la persona muestra oposición u obstrucción a la hora de hacer lo que le piden, por ejemplo retrasando las tareas de manera injustificada (“sí, sí, ahora mismo voy…”), olvidándolas o haciéndolas mal. Se podría definir como un patrón de resistencia a la autoridad, desde una posición débil. Millon también encontró irritabilidad, obstinación, mal humor y tendencia a incomodar a los demás. Las personas con estilos pasivo-agresivos usan mucho la crítica, el cinismo o la ironía para comunicarse y acaban resultando molestas.

Sin embargo, ellos se perciben como incomprendidos, despreciados por los demás y pesimistas. En el fondo, existe un fuerte conflicto fundamental entre inhibirse y ser asertivo, dependencia y autonomía, miedo y rabia: existiría una agresividad “oculta” que la persona no se atreve a expresar abiertamente. Esto suele ocurrir cuando este resentimiento se dirige a alguna institución o persona que percibimos con más poder que nosotros. De hecho, estoy seguro de que muchos lectores se han reconocido en algunas actitudes pasivo-agresivas, lo que no es nada extraño si consideramos que se trata de un estilo comunicativo bastante extendido. La diferencia entre actitudes puntuales o rasgos y un trastorno estaría en la estabilidad de este patrón y la gravedad de las dificultades que le crean a la persona: Millon no creía en el modelo binario “lo tienes o no lo tienes”, sino que hablamos de diferentes escalas de afectación. Así que no os preocupéis demasiado si os reconocéis en algún episodio de vuestra vida.

La desconcertante desaparición

En su momento “álgido” a principios de los 90, el trastorno pasivo-agresivo se llegó a diagnosticar en el 18% de las personas…y sin embargo, desapareció del DSM-IV. ¿Por qué? Se argumentaron varias razones para ello, muchas de ellas técnicas (por ejemplo que implica una motivación oculta, la hostilidad latente), pero la verdad es que son bastante confusas, ya que serían aplicables a cualquier otro trastorno de personalidad. O incluso a algunos de estado de ánimo. Sin embargo, en mi opinión personal habría un motivo de peso que se relaciona con el fuerte componente social que tiene asociado: en una sociedad en la que las instituciones nos exigen cada vez más en todos los ámbitos (familiar, laboral, escolar, financiero), patologizar la resistencia, el pesimismo, la agresividad encubierta, el conflicto entre lo que quieres y lo que está permitido expresar nos etiquetaría a muchos como “enfermos mentales”. Cosa que de hecho estaba ocurriendo con esta etiqueta. Y entonces perdería su sentido clínico. O quizá sería el modelo social el que lo perdería.

BIBLIOGRAFÍA:

Wetzler, S. y Morey, L. (2000). Trastorno de personalidad pasivo-agresiva: el fin de un síndrome. RET, Revista de Toxicomanías. Nº. 22

Ávila-Espada, A. y Herrero Sánchez, J.R. (1995).La personalidad y sus trastornos: Aproximación a la obra de Theodore Millon. Clinica y Salud. 1995. Año 6. Vol .6. Nº 2 http://www.copmadrid.org/webcopm/publicaciones/clinica/1995/vol2/arti3.htm

Gimeno-Bayón, A. y Rosal, R. (2013). Análisis Transaccional para Psicoterapeutas. Vol. II. Tratamiento de los trastornos de personalidad y algunos síndromes. Lleida: Ed. Milenio.

AUTOR DEL ARTÍCULO

Alejandro García Alamán. Psicólogo

http://www.aretepsicologia.com/

2 Respuestas para El curioso caso del trastorno pasivo-agresivo de la personalidad

Bitacoras.com | 18 diciembre, 2013 | 16:40

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Psicologo Barcelona | 9 enero, 2014 | 9:38

Es normal que si hay enfermedades nuevas que aparecen, algunas otras caigan. La sociedad evoluciona, al igual que sus necesidades, sus inquietudes y su manera de enfrentarse a la vida cotidiana y a los sucesos extraordinarios. En función de esos cambios la percepción de los trastornos también varía y se adapta a las circunstancias de la época.

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