¿Os suena esa sensación de tristeza y desesperanza una vez habéis acabado vuestros estudios? De ello os voy a hablar.

¿Qué es la depresión post estudios?

consulta-psicologoLlevo cierto tiempo escuchando hablar de la depresión post estudios y dado que es una patología que la mayor parte de personas hemos pasado en algún momento, creo soberanamente indispensable poder hablar sobre ello, pues de ese modo ayudará a dar cierto nombre a ese estado emocional que pasa la persona y que no encuentra palabras para definirlo.

Una vez la persona ha dejado de estudiar, de tener un horario ciertamente marcado, con rutinas, pauta, obligaciones… se adentra al mundo del tiempo libre que deberá de dedicar a algo complejo: la búsqueda de empleo. En el caso de las personas que ya llevan tiempo trabajando y lo compaginaban con los estudios, ese tiempo libre quedará un poco indefinido. Generalmente la persona antes de acabar sus estudios y más teniendo en cuenta los inputs que recibe de esa situación, inputs generalmente cargados de estrés, nerviosismo y ansiedad, suele montar una idea en su mente que en pocas ocasiones llevará a término, como por ejemplo “haré deporte”, “me dedicaré a cuidarme”, “leeré aquellos libros que he dejado aparcados durante mucho tiempo” y un largo etcétera de proyectos a corto y largo plazo.

El caso es que rara vez se hace. La persona se pierde, ve horas libres que no sabe a qué dedicar y cae en su propia trampa: hacer más formación.

¿Qué se siente en una depresión post estudios?

Hay un fabuloso artículo que explica con muchos detalles qué se siente y que os invito a leer pues la verdad es un artículo exquisito.

A grandes rasgos, podríamos afirmar que se siente: desilusión, desesperanza, apatía, tristeza, desmotivación, fatiga en algunos casos, incremento en las ingestas o rechazo, problemas de sueño, entre otros síntomas.

Depresión post estudios y trabajar de psicología

La mayoría de personas que me siguen saben que soy muy dada a explicar experiencias personales y en esta ocasión, no será menos. Llevo aproximadamente 8 años metida en formaciones de psicología, sin parar, máster tras master, títulos varios de especialidades y un largo etcétera de formaciones. Así mismo compagino mi formación con mi consulta, una consulta que marcha muy bien y que no debo ni puedo quejarme. El caso es que deseaba finalizar uno de los másteres más angustiosos que  había hecho hasta el momento. Solo quería acabarlo y dedicar ese tiempo especialmente a mí, mi familia y mis aficiones. ¿Y qué ha pasado? Entorno a la segunda semana, empecé a sentir cierta apatía. Cierta desgana. Afirmo rotundamente que es por el trabajo que hago en si. La psicología tiene cierta frustración correlacional. Hay momentos fabulosos en los que te sientes gratificado por el trabajo que se hace, pacientes que se dan de alta con objetivos conseguidos y un sinfín de emociones que se vinculan a los grandes avances que realizan. Ahora bien, es una profesión que está mal valorada. No se comprende la salud mental. Algunos pacientes no dan importancia a sus espacios, es decir, sus sesiones y pivotan de día en día, desajustando agendas, colapsando el tiempo del terapeuta… Aquí es cuando me doy cuenta de esa situación. Estar ocupada con estudios sin lugar a dudas hace que no se valore estos “contras” de la profesión, pero al tener un par de mañanas libres, hace que me centre más en los “contras” que no en los “pros” de mi profesión.

Por ello, a las dos semanas de acabar el máster, ya estaba sentada delante del ordenador mirando qué otra formación hacer. ¿Bloqueando la realidad? ¿Conductas evitativas? ¿Mirar hacia otro lado?

Algo así es lo que le ocurre a la mayoría de post universitarios. Acaban la carrera y se enfrentan a un mercado laboral que no es “cariñoso”, más bien “arisco”, valorando una experiencia que no tienen y sintiéndose perdidos en la mayoría de los casos.

Podríamos afirmar que el estudiante sale de una fantasía para darse de bruces con la realidad y qué mejor forma que no verlo haciendo más estudios?

A veces me replanteo si eso es lo que nos pasa, que vamos de título en título, para acrecentar nuestro conocimiento y evitar la realidad más cruda.

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