Diagnosticada de Esclerosis Múltiple el 16 de mayo del 2018. ¿Y ahora qué?
Preguntas sin respuestas en la esclerosis múltiple
Eso es lo que sentí cuando fuí diagnosticada de Esclerosis Múltiple, muchas preguntas y muchas de ellas sin respuestas, únicamente llegando a la conclusión de los neurólogos: La enfermedad de las mil caras, que jamás sabrás qué cara me tocará.
Puedo decir que no me pasó como muchos enfermos de Esclerosis Múltiple, esa calma al saber qué es lo que estaba pasando en sus cuerpos. Todo lo contrario. Sentí rabia, enfado, ira… ¿Y porqué yo? ¿Ahora?
Muchos conocen mi vida, soy joven, casi 35 años, casada, con un precioso niño y llevando una consulta de éxito en Badalona, Badalona Psicòlegs. Por eso y por sentir que ahora nos encontrábamos en una luna de miel, me sentí muy enfadada. No tocaba. No era el momento. Estaba viviendo, volando, disfrutando y soñando con un proyecto personal y profesional que se había materializado. Por eso consideraba que no era justo, que ya había pasado por muchos baches en mi vida, que los había sorteado uno a uno y que no era justo que mi luna de miel durara escasamente tres años: años de estudio, de sacrificios, de problemas familiares, de personas que vienen y van, de frustracines y de desespero. Y cuando por fin llega la calma, llega ella, la esclerosis múltiple.
¿Y cómo estoy?
Estoy bien. Una paciente me dijo que siempre digo que «estoy bien» y la verdad es que no puedo quejarme. Ir al Centro de Esclerosis Múltiple de Cataluña, ves las historias de otras personas, por lo que poder caminar, hablar, ver y coger cosas, ya son motivos para estar bien. ¿Podría estar mejor? Pues sí, pero también peor, por lo que mi respuestas tiene que ser esa, estar bien.
Tengo síntomas y una secuela del brote que hizo saltar las alarmas, pero insisto, camino, hablo, puedo ver y coger cosas, por lo que las cosas van bien.
Son muchas las personas que me han preguntado de donde he sacado esa fortaleza para seguir así, «estando bien» y sí que es cierto que mi propia profesión es una coayuda importante, quizás de esos momentos de caída emocional tengo los recursos para levantarme de una forma más rápida que mis propios pacientes que están aprendiendo a hacerlo, pero también es cierto que es actitud y esa capacidad que los psicólogos nos gusta mucho utilizar en los últimos años: ser resiliente. Me considero resiliente y creo que he tenido que adaptarme constantemente a las dificultades que la vida nos hace pasar, por eso, hoy más que nunca, creo en mí aunque siendo consciente de que la esclerosis múltiple será mi compañera de viaje, que habrá momentos que me enfadaré con ella y otras en que llegaremos a un acuerdo de convivencia.
¿Y mi futuro profesional?
Pues igual. Si camino, puedo hablar, ver y coger cosas… ¿Qué sentido tiene que mi futuro profesional se modifique? Sé que a corto plazo será el que ha sido hasta ahora y que incluso la enfermedad ayudará a seguir trabajando, estudiando y mejorando en mi profesión.
No sé qué pasará de aquí a 10 años. Sé que hoy trabajo, tengo la intución que estoy en buenas manos, que el tratamiento que haré y frenará los brotes propios de la enfermedad durante 4 años me dará 4 años de seguir con mi profesión y después de esos 4 años… pues ya pensaremos. Así que mi futuro es mi presente y con esta frase quiero que todos mis pacientes que pasen por mi consulta, lo usen como su frase.
Mi futuro, es mi presente.